HUERTAS DE PATERNA
A través de esta revista, recordaremos en varios
capítulos la historia de las huertas de la época de nuestros abuelos en
Paterna. En ella conoceremos la forma de
vida, de pensar y de trabajar en la huerta.
La información ha sido dada por algún familiar o
amigo. Habrá quién pueda ampliarla, o no
esté de acuerdo en cómo se cuenta, pero si al final de todo, hemos aprendido de
nuestros abuelos, estamos dando un paso hacia el futuro. Además, podremos comparar si el cambio de la
agricultura ha mejorado la subsistencia y calidad de vida (salud) de las
personas, o al contrario ha creado la dependencia de las firmas se semillas,
abonos y otros productos, olvidando las tradiciones.
Hoy, países tan avanzados como Alemania, dedican gran
parte de la agricultura a la ecológica, que no es más que volver a hacer la
agricultura de nuestros abuelos, con la diferencia y ventaja de que estamos
mecanizados, lo que hace más humano el trabajo.
Pero las técnicas de cultivo son las mismas. No se utilizan herbecidas, insecticidas ni
abonos químicos, se alternan los cultivos azuzándolas con otros y se abona con
estiércol para conseguir un equilibrio biológico del suelo. Se conservan las semillas y alimentos en
botes, en salmuera o desecados de un año para otro, en una economía que hacía
subsistir a muchas familias.
En este número de la revista, vamos a conocer o recordar
"LA HUERTA DE Veguita".
Uno de los que ha conocido esta huerta es D. Fernando
Mena, hoy pequeño empresario de Paterna.
Según nos cuenta, cuando era niño estuvo trabajando, por necesidad con
el Sr. Veguita. En su huerta se solían
producir todo tipo de frutas y verduras.
Entre los frutales se solían sembrar las verduras. Las cosechas las llevaban a vender en un
puesto que tenían en la Plaza de Abastos.
Como era mucho trabajo para una sola familia, llevaba la huerta con un
aparcero. Poseía cinco vacas suizas,
para las que tenían un niño que las llevaba a pastar. Todas la mañanas llevaban al pueblo las
frutas y verdura y la leche su mujer y él mismo. Nos cuentan que era su segunda esposa.
En esos años de posguerra, había mucha necesidad en el
pueblo; sin embargo ellos no solían pasarla.
Vivían cómodos y tenían luz eléctrica, producida por un molino de viento,
quizás el único en muchos kilómetros a la redonda. También tenían una Aparato de radio, de los
pocos que había entonces. Nos podemos
hacer una idea de las posibilidades de esta forma de vida.
Aparte de todo lo que encierra todo este tema de la huerta
no podemos dejar de hablar de sus personajes, por ser también historia. Esta vez nos lo cuenta un amigo del Sr.
Veguita, D. Demetrio Fernández, jubilado ex-Secretario del Ayuntamiento de
Paterna. Nos dice que era un hombre
culto, marginado en el pueblo por tener unas ideas políticas diferentes a las
que se dictaban entonces. Era naturista
(que no tiene nada que ver con naturalista: el naturista vive la naturaleza y
el naturalista la estudia), vegetariano, perteneció a la Federación Anarquista
Ibérica. Este hombre luchó en el bando
republicano, estando en la cárcel por este motivo.
En el pueblo estaba enfrentado al sargento de la Guardia
Civil, por defender a los que cazaban a escondida en los cotos para poder
comer. Por su forma de pensar, diferente
a la que dictaba. Era reservado, por lo
que el pueblo lo veía como un hombre extraño, pero quien le conocía sabía que
era culto y de gran corazón. Poseía una
gran bibliografía de temas políticos y de medicina natural, como el libro del
Doctor chileno naturista D. Nicolás Kapo.
Pretendía con La medicina natural investigar como curar la
tuberculosis. A su segunda esposa la
llegó a curar.
Tomaba cada mañana una ducha de agua fría y un zumo de
limón, decía que era bueno para estar sano.
Lo había aprendido de unos libros indues. Había niños en el pueblo que a escondidas
solían verlos a los dos bañarse desnudos.
Practicaban el nudismo y el ayuno como forma de purificación física.
Hay una anécdota que nos cuenta D. Fernando Mena, que
demuestra la cultura y el corazón del Señor Veguita: "Llegué una tarde con las vacas después
de pastar por las cañadas, y muy serio se dirigió a mí diciéndome que volviera
a salir con las vacas. Era temprano para
volver. Sin protestar salí de nuevo sin
comprender por qué me decía esto cuando todos los días volvía a la misma
hora. Como reproche decidí no volver
hasta que no me buscaran. Anduve la
carretera de Alcalá de los Gazules, y no paré hasta que anocheció. Viendo que no volvía me salieron al
encuentro, tardando en encontrarme.
Cuando volvimos yo creí que este hombre se iba a enojar más aún, y
ocurrió todo lo contrario, me pidió disculpas por haberme mandado de nuevo a
pastar, justificando que había tenido un mal día y lo había pagado
conmigo". Como veréis, un hombre
que se rebaja a un niño tiene que ser de mente abierta. Esto demuestra la grandeza del Señor
Veguita. Si hubiera vivido hoy no
estaría marginado: se adelantó a su tiempo.
Este hombre, presionado por su mujer y su hijo, compró
más tarde una pensión en Cádiz. Después
de la muerte de su esposa se fue a Algeciras, a una habitación de alquiler, y
allí murió en soledad, pero antes, mientras estuvo en una residencia de
ancianos, le nombraron jefe de cocina y pudo hacerse sus propias comidas
vegetarianas.
Esta es la historia de una huerta y sus personajes. No quiero terminar si antes contarles un
proverbio chino:
Si quieres ser feliz una hora, embriágate.
Si quieres ser feliz un día, mata a tu cerdo.
Si quieres ser feliz una semana, haz un
bonito viaje.
Si quieres ser feliz un año, cásate.
Si quieres ser feliz toda tu vida, cuida tu
huerto.
JOSÉ
ORTIZ SÁNCHEZ.
REVISTA 20 EL ALCAUCIL (1996)
AUTOR: JOSÉ ORTIZ SÁNCHEZ