viernes, 22 de junio de 2012

EL NOMBRE DE NUESTRAS CALLES: PADRE FÉLIX

EL NOMBRE DE NUESTRAS CALLES: PADRE FÉLIX.

por Juan Moreno Castro

Continuando con el callejero de nuestro pueblo, en esta edición nos ocupamos de una de las calles más centricas y antiguas de Paterna, la calle Padre Félix, una de cuyas fachadas conserva en parte su arquitectura original.
 

Debe su nombre a Fray Félix María de Arriete y Llano, obispo de la Diócesis de Cádiz de 1864 a 1879, y personaje muy ligado a nuestro pueblo en el que se hospedó durante largas temporadas.

Fue este obispo muy querido por los feligreses, no solo en la ciudad donde nació, Cádiz, sino en todos los pueblos de la diócesis pues fue un incansable predicador y se preocupó bastante por los pueblos más necesitados, caso del nuestro, siendo muy frecuentes las visitas pastorales a éstos. En Medina Sidonia también se le dedicó una calle en su nombre.

En Acta Capitular del 11 de Enero de 1904 se recoge el acuerdo por el cual, a petición de más de setenta vecinos de Paterna, se decide dar el nombre de Padre Félix a la antigua calle de la Cruz:

Calle Padre Félix (Foto Vicente C. Cortés)
 "Se dio cuenta de un escrito firmado por Don Antonio Rendón, Don Bernardo Torrejón, Don Antonio Pérez y setenta vecinos mas de esta villa en el que se solicita de la corporación Municipal sea puesto el nomre de "Padre Félix" a una de las Calles de esta población como recuerdo a la memoria del Ilustre y virtuoso Obispo que fue de esta diócesis D. Fray Félix de Arriete. El ayuntamiento por unanimidad, teniendo en cuenta lo justo de la petición por tratarse de varón tan esclarecido acordó darle el nombre de "Padre Félix" a la calle que lleva el de la "Cruz" por ser aquella donde tenia su domicilio dicho Sor. en las grandes temporadas que pasaba en esta localidad, y que los gastos que ocasione este acuerdo se abonen de la partida consignada en presupuesto para gastos imprevistos"

Era este un obispo que destacó por sus visitas pastorales tanto desde el punto de vista numérico como desde el punto de vista del tiempo dedicado en cada una, pues permanecía en cada pueblo un mes y medio o dos meses. Pero Fray Félix no desperdiciaba su tiempo, llevaba a cabo más bien una labor misionera que episcopal predicando día y noche, visitando a cada uno de los enfermos y moribundos del pueblo y su término, dando limosnas al necesitado, pidiendo limosnas para socorrer a los pobres, instruyendo en la moral católica a los niños, etc; en definitiva un incansable religioso que predicaba con el ejemplo.

Fernándo Toscano de Puelles, en su conferencia "Dos entradas Históricas de Paterneros en Alcalá" ofrecida a "El Alcaucil" en 1991 (ver revista nº12), nos relataba algunos aspectos de una de éstas visitas pastorales a Paterna de Rivera, en el año de 1877. Tras un mes y medio de permanencia en Paterna se traslada el 17 de Enero de 1877 a hacer lo propio en Alcalá de los Gazules hospedándose en el Palacio Episcopal situado en la Plaza Alta.

Casa antigua (Foto Vicente C. Cortés)
 Días después el cura de Paterna reune a los feligreses de la parroquia con el fin de hacer una peregrinación a Alcalá a ofrecer testimonio de su fé y reconocimiento público al venerable Padre Félix. Más de 130 paterneros de todas las clases sociales presididos por el cura y las autoridades civiles parten de madrugada y llegan a Alcalá a las once de la mañana, siendo recibidos por el obispo en su palacio episcopal, provocando el gozo y las lágrimas de los presentes.

Destaca Juan Romero, abogado y vecino de Alcalá, que nos dejó relatado el hecho por medio de una carta impresa dirigida al paternero José Roquero Martínez el 8 de Febrero de 1877, el mérito de estos paterneros, sin miedo a las burlas de sus propios vecinos, dado que durante "el periodo revolucionario el pueblo de Paterna había alcanzado fama de revoltoso y descreido".

Hay que recordar que Paterna intervino activamente en las revoluciones de la clase obrera del siglo pasado, siendo incondicional a Fermín Salvochea, que en numerosas ocasiones la visitó. Salvochea de estricto pensamiento anticlerical, tendrá duros enfrentamientos con el obispo Arriete y Llano durante este periodo revolucionario, sobre todo en la etapa de alcalde del primero durante la Primera República.

Así mismo destaca también Romero que desde hacía mucho tiempo los hijos de Alcalá eran mortales enemigos de los de Paterna, por causas que no son del todo conocidas y el odio en vez de disminuir con el tiempo se iba arraigando cada vez más en sus corazones (suponemos que quiere suavizar y limar asperezas, pero es y era de sobra conocido el eterno enfrentamiento entre paterneros y alcalainos por la mancomunidad de pastos entre ambos pueblos) y en el corto periodo que duró la visita de los de Paterna a S.I. hasta que la voz de la religión los ha unido felizmente de la mano del P. Félix.

Patio Antiguo (Foto Angélica Losa)
Después del almuerzo de los paterneros reemprenderán el regreso siendo acompañados por los alcalainos y por el obispo hasta la salida de Alcalá, en cuyo trayecto se entonarán entusiastas vivas al Padre Félix , a Paterna y a Alcalá, terminando así esta insólita peregrinación de los paterneros.

Volviendo a la Calle, anteriormente, como se refiere el Acta Capitular citada, era conocida por  Calle de la Cruz, suponemos debido a que en ella estuvo ubicada en el pasado una cruz, como la hubo también a la entrada de la antigua calle Medina, hoy Juan Macias. 

A principios del siglo XIX la calle se denominaba del Ave María. Sabemos de la gran devoción y veneración de esta época, que se manifestaba en todos los ámbitos de la vida de aquellos hombres y mujeres, por ello nos es de extrañar que proliferaran los nombres de las calles con alusiones religiosas.

En la fecha próxima a 1833 se le dió el nombre de Calle del Ave María a la antigua calle Atahona. En esta hubo de estar ubicada la atahona o una de las atahonas de Paterna en los siglos XVII y XVIII, e incluso anteriormente.

A mediados del siglo XVIII entre el callejero de Paterna de esa época aparece la Calle de la Cruz del Alto, llamada así quizás por encontrarse en la zona más alta del casco urbano y así distinguirla de las otras cruces que había (Cruz Colorada, Cruz de Alcalá) o tal vez por ser una parada, un alto en el camino, de un recorrido establecido (Vía Crucis o Procesiones).
Pudiera ser esta calle la de la Cruz del siglo XIX, que no olvidó la población y fue recuperada o siguió usandose este nombre hasta que en 1904 fue cambiado su nombre por el de Padre Félix, afianzándose definitivamente entre los vecinos, dado el cariño y veneración que le profesaron a este caritativo obispo.

Revista 23 El Alcaucil (1997)
Autor: Juan Moreno Castro